miércoles, 3 de febrero de 2010

Columna Infortambo


EL COMPROMISO PERSONAL

Si pudiera resumir de las veces que pregunté en público la condición que más valoraría de su gente en las organizaciones la respuesta se concentra en una palabra, casi mágica, el compromiso personal.

Sin embargo alcanzar este grado de compromiso es un proceso complejo y labo­rioso que requiere tiempo y paciencia. Antes de llegar al compromiso, ya que implica una decisión libre de cada quien, resulta indispensable un acuerdo mutuo sobre el objetivo y el propósito del mismo. Nadie presta su lealtad ciegamente, si no percibe a cambio un beneficio o algo que ubica dentro de sus necesidades más vitales.

El mejor compromiso nace del consenso que se produce cuando ambas partes escuchan mutuamente sus necesidades. En un equipo de trabajo, en cualquier organización, escucharse mu­tuamente hace posible que cada uno alcance a entender los argumentos de la otra. Esta capacidad de entender y sobre todo comprender es vital. Captar las razones de un pedido, de una solicitud le quita su carácter imperativo fomentando el res­peto entre las personas.

Se trata entonces de hacer visibles las ventajas de las al­ternativas posibles propuestas para ambas partes. Luego viene lo verdaderamente complicado que es conseguir el consenso necesario para que se acepte esto como razonable a efectos de adoptarlo como decisión común.

Todo el esfuerzo que se haga hasta aquí resulta clave, entenderse-comprenderse- acordar es la parte esencial para avanzar y donde naufragan la mayor parte de los grupos de trabajo. Aceptar la opinión de la mayoría de mi gente, aunque no sea partícipe de esa opinión, y actuar en consecuencia a partir de ese momento con ese mandato lo convierte en algo virtuoso.

Veamos pues algunos aspectos que suenan indicados para este logro:

· Partir de un análisis lo más objetivo posible de la realidad, de los hechos, de aquello que todos seamos capaces de reconocer concretamente.

· Exponer el hecho que todos, absolutamente todos, estamos implicados en su solución dado el carácter de propósito común que hemos asumido.

· Solicitar opinión a cada uno, sobre todo a quienes suelen ver la mitad medio vacía del vaso, forzándolos a tomar posición pública.

· Emplear la experiencia de la opinión calificada de los más respetados por su trayectoria y transparencia.

· Trabajar sobre propuestas y no sobre protestas, esto es en cosas conducentes y constructivas.

· Exponerse a evaluar en conjunto los planes de acciona adoptados y de esa forma hacer del compromiso un factor de unión y no de mero debate.

Es muy raro que se den casos donde la unanimidad sea el factor común. Es más bien probable que debamos trabajar el acuerdo permanentemente en la toma de decisiones que implican el trabajo de un equipo.

Si bien es un camino más largo es necesario e inevitable. No hay compromiso sin involucramiento personal, sin que cada uno ponga de lo suyo, ya que lo otro termina en el ya comentado cumplimiento (cumplo y miento.…) que nos aleja de los proyectos comunes.

El compromiso tiene claramente un precio y éste es andar este camino por más que a veces parezca más sencillo alzar la voz y lograr el aparente acuerdo del silencio cómplice, que sin embargo dura lo que permanece el sonido en el aire…